La desmotivación, una nueva problemática
POR EZEQUIEL VIÉITEZ
Antes se atribuía sólo a la pareja, pero ahora se expande al trabajo y al estudio. Los especialistas advierten que crecen las consultas y que hay preocupación de muchas empresas.
Marcelo pone en duda todo el tiempo si eligió bien su trabajo. Es sociólogo, tiene 36 años y se gana la vida en una consultora, pero se aburre. No le pagan lo que desea y, como si fuera poco, los objetivos de la empresa van por un carril diferente de los suyos. Por eso, el día a día le parece rutinario, su capacidad de entrega está en baja y de su matrimonio, mejor ni hablar… El caso ilustra una tendencia que algunos psicólogos ya consideran como un mal de la época : la pasión está en crisis en casi todos los ámbitos y esa realidad dejó de ser una preocupación exclusiva de las parejas.
“La desmotivación preocupa en las empresasy tenemos consultas constantes por ese tema”, le explica a Clarín Patricio Fay, profesor de Comportamiento Organizacional en el IAE Business School, la escuela de negocios de la Universidad Austral. “El malhumor y la falta de deseo sexual llevan al diván a personas de todas las edades ”, pone como ejemplo la licenciada Ana Esther Krieger, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA).
Algunos investigadores hablan de una “crisis de sentido” propia de este tiempo. Krieger argumenta: “En esta hipermodernidad, dominada por el mandato de ‘ser felices’, se ha ganado una libertad que tampoco satisface”.
¿Cómo se puede identicar las señales de la nueva tendencia? En cada ámbito se pueden encontrar diferentes síntomas. “En la escuela pública argentina el ausentismo docente es un problema serio ”, reconoció en mayo el ministro de Educación nacional Alberto Sileoni, algo que se agrega a los “faltazos” de los alumnos. En la enfermería, profesión vital, hay un déficit crítico por la falta de profesionales , ya que los sacrificios de la ocupación no seducen. Y en la pareja, la más tradicional “víctima” del fin de la pasión, las estadísticas hablan por sí solas: en la Ciudad, el año pasado creció un 10% la cantidad de divorcios y el 70% fueron de común acuerdo.
El fenómeno se extiende también a otros ámbitos. En las oficinas, la pasión y el compromiso hay que buscarlos con lupa. La consultora internacional Mercer hizo el año pasado encuestas a mil empleados de compañías argentinas. El resultado: el 40% de los trabajadores está pensando en irse de su empresa , mientras que uno de cada cuatro directamente muestra apatía.
¿Qué está pasando? El sociólogo Luis García Fanlo, titular de la cátedra “Sociología de la Argentinidad” en la UBA, relativiza el fenómeno, pero al mismo tiempo aporta un concepto clave: “La mezcla entre consumismo, espectáculo y la velocidad de las tecnologías digitales de hoy nos hacen tener un nivel de aspiraciones inalcanzables ”. Eso conduce a la frustración y, si las contradicciones se agravan, puede desembocar en la indiferencia.
La psicóloga y docente de Centro Dos Rosa Sánchez amplía la explicación: “La pérdida de la cultura del trabajo habla también de la ilusión de conseguir todo rápido y fácilmente”, un anhelo que choca con la realidad.
Para los expertos, la culpa no está en las personas, sino en una sociedad en plena transformación que crea incertidumbre, glorifica la imagen y a veces promueve las injusticias.
Como también entraron en crisis los discursos tradicionales–como por ejemplo el de la Iglesia o el de la autoridad paterna–, “la verdad” pasó al mercado, postula Krieger, lo que impulsó el éxito económico como modelo y alentó “la creencia de que el consumo de bienes nos llevará a la felicidad”, algo que termina en la sensación de vacío. Así, a la hora de elegir una profesión puede pesar más la retribución económica que la vocación.
“En el caso de la sexualidad, surge una búsqueda desesperada de tapar la angustia con otros a los que se trata como objetos”, suma Guillermo García Arias, presidente de Holos Capital, un centro de counseling porteño.
El “efecto compensador” es otra cara del fenómeno. Mientras que la rutina diaria se vive con frialdad, hay momentos de descontrol en los que interviene el alcohol o la droga, ya sea para “estar al palo” en el boliche, rendir mejor en la cama o ir a alentar al equipo.
Mientras el fenómeno se expande, queda claro que puede afectar a cualquiera. Basta con reparar en el concepto que eligió Juan Román Riquelme para anunciar su salida de Boca: “Me siento vacío, no tengo más nada para dar”.
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